Las nubes negras sobre nuestras cabezas parecían indicar que este sería otro de esos días que volvemos a casa con las manos vacías, pero las ganas de superación y sobre todo de hacer lo que más nos gusta no nos dejarían en el coche.
Con más dudas que otra cosa comenzábamos los primeros metros más abajo de lo que nos hubiera gustado, tanta nieve en la carretera y la falta del 4×4 que alguno debía comprarse nos regalarían dos horas extra de andada, ¡¡¡habría que recuperarlas!!!
Poner a los «toros» delante, Raúl y Revu, hizo que el ritmo de la subida empezara a dar sus frutos, en un abrir y cerrar de ojos nos plantábamos en el Santuario y poco más tarde a los pies del «cucharón».

En este punto había que decidir, ¿la ruta normal? ¿el cucharón? o ¿descubrir nuevas rutas? no hubo duda, por eso esto es Al Filo de lo Incomprensible, así que nos calzamos los pinchos y hacia arriba.
La ruta de «Los Gendarmes» y un sol de justicia se abrían ante nosotros con una belleza que ninguno imaginábamos, desde luego, nada que envidiar a los Pirineos.


En poco más de 1 hora nos plantábamos arriba, y aunque al final el día era bueno, como pasa siempre en esta cima, el aire y el frío hacen trasladarte al
mismísimo Polo Norte así que lo que tocaba era hacer fotos y bajar lo antes posible. La bajada fue rápida, más que rápida, fugaz, es lo que tiene dejarte caer ladera abajo sin miedo a nada…
Tal vez haya subido 15 veces al Moncayo, tal vez más, pero «La vida se ve mejor desde arriba».