“Anayet y Arafita eran los dioses más pobres y humildes de nuestras montañas, pero tenían un tesoro muy preciado, algo que querían por encima de todas las cosas, y era su hija: La joven y hermosa Culibillas. A ésta última le gustaba jugar con las hormigas blancas, sentía especial devoción por ellas. De hecho, llamó a toda esa región Formigal.
Balaitus, el dios más temido y todopoderoso, el que creaba y azotaba fuertes tormentas en estos valles, un día se fijó en ella. Lógicamente, a Culibillas no le interesó la proposición de Balaitus, el que, por otro lado, nunca había sido rechazado. Así, enfadado y enrabietado, decidió ir a por ella.
Cuando acudió a raptarla, con el fin de llevársela para siempre, Culibillas gritó: “¡A mí las hormigas!” Y en ese preciso momento millones y millones de hormigas blancas acudieron en su ayuda para protegerla, cubriendo a Culibillas por completo. Balaitus, horrorizado, se marchó, y nunca más volvió. Seguir leyendo «Peña Foratata Occidental. Invernal.»