Fanatismo en Olba || Deportiva por el Alto Mijares

Es cierto que mi mayor motivación a la hora de escalar reside en vías de varios largos, con mayor o menor aproximación, pero completando una jornada con un poco de todo.

También es cierto que para escalar determinadas vías es necesario una buena base de escalada deportiva. Una mezcla entre fuerza, resistencia, técnica y cabeza que te permita disfrutar, o por lo menos salir airoso, de la pared. No existe mejor manera de afianzar o progresar en grado que escalando mucho, y variado.

La escuela de Olba llevaba sonando en mi cabeza el tiempo suficiente como para buscar intencionadamente la ocasión de viajar allí. Bastaba con encontrar un acompañante motivado y, en este sentido, Luis y un servidor hacemos buen tándem de frikismo escalador.

Nos encontramos en el paraíso del sexto grado. Vías de grado medio-bajo por castigo. También muchos séptimos que podrían haber captado nuestra atención y nuestros intentos. Pero, una de las reflexiones a la que llegamos tanto Luis como yo es que, y no hay que ser un erudito para ello, no tiene nada que ver la escalada ensayada con la escalada a vista. Y no voy a mentir, sí que me haría ilusión ensayar/encadenar mi primer 7a y sentirme más fuerte que nunca; pero la sensación de pasar por un sitio por el que no has pasado nunca, y tener la suficiente tranquilidad, fuerza, decisión e intuición para llegar arriba, no es equiparable a nada. No tendría ninguna duda de qué escoger si me dieran a elegir entre encadenar un 7a o escalar un 6c a vista.

Tras preguntar en el Refugio Alto Mijares, ponemos rumbo al sector El Casucho, concretamente en El Bidón. Tiene orientación suroeste, asegurándonos sombra hasta las dos de la tarde. El entorno es espectacular y la roca tiene una pinta excelente, por lo que no perdemos mucho tiempo y comenzamos a calentar en dos quintos («La chica que soñaba con una cerilla…», «El bidonero»). Entrados en canción, escalamos «Intifalla«, un 6b físico con un paso a bloque que le da el grado; y «Teruel existe«, otro 6b que nos permite colocar las cintas del 6c de su izquierda «Celtisaustralis«.

Con ésta toca volver a la realidad y olvidarnos del placer de escalar a vista. Primer intento para descifrar los pasos, y un segundo intento para encadenarla, que da como resultado un vuelo en la llegada a la cadena. Luis se queda sin poder intentarlo porque el sol hace acto de presencia.

Nos desplazamos al subsector Bergfreundeturm (¿se nota que el de la guía es alemán?) en la zona del Callejón, asegurándonos la sombra para lo que queda de día, o de fuerzas. Aquí, acumulamos metros en una escalada técnica en placa de 6a, disfrutando mucho en «Vale la peña», «Calle», y «Vía Pecuaria», llegando hasta la segunda R, y poniendo fin a la primera jornada.

Al día siguiente, decidimos repetir por la zona del Casucho, y escalar hasta que el sol nos deje. Nos quedamos en la Esquina Española y calentamos en una pared naranja con infinidad de agarres donde encadenamos «Eli Vergés» (6a); y ultracalentamos en «Rosa Real» (6a+). Luis consigue llevársela mientras que yo caigo en la panza final más hinchado que un pez globo. Además, logramos al segundo pegue (difícil ver el paso de primeras) «Catorce costillas» (6a+), y «Doceuvas», un 6a con un inicio en diedro y un final en fisura que incluso te hace pensar que sabes escalar.

Para terminar, monto «Esperando a Nuria» (6a), y digo monto porque entre lo cansado que voy, que en la parte alta da el sol, y que voy con la mentalidad de no querer forzar, se me hace bola. Luis se la lleva con una buena apretada final.

Volvemos a casa con un cuerpo escombro y con la satisfacción de haber aprovechado cada momento para hacer lo que más nos gusta hacer: escalar, en cualquiera de sus variantes.

Nos leemos en la próxima, hasta entonces ya sabéis: vuelos, y pura vida.

David.

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