No puedo evitarlo. Es superior a mi. El gusanillo en el estómago cuando aparcas en el pueblo de Riglos. Siempre siento esos nervios mitad ganas mitad respeto cuando me planto debajo de los mallos. Sensación que se acentúa cuanto más tiempo pasa desde la última vez de estar aquí. Riglos es especial. Y, por un breve parpadeo de tiempo, nos sentimos especiales al estar navegando entre sus paredes.
Luiggi continúa con su inmersión en vías de largos y le propongo visitar el Circo de Verano, puesto que nunca he escalado allí, y siendo una vía del grupo Sendero Límite, es acierto asegurado.
Encontrar a gente para este tipo de vías suele ser complicado, pero a insistente y paciente no me gana nadie (olvidad lo de paciente). Hay un meme que representa a la perfección la cantidad de gente que acepta hacer escalada deportiva con el coche al lado del sector, y cómo gradualmente el número de personas va menguando a medida que avanzamos a vías de varios largos, a vías de varios largos con aproximación, y ya no hablemos de vías de largos con poco equipamiento y varias horas de camino.
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