Serón-Millán (6b/300m) || Mallo Pisón

Despegar los pies del suelo y no volver a pisarlo hasta después de varias horas. Subir paredes de cientos de metros en una vertical constante. Gestionar las fuerzas y las dudas cuando el paso no es evidente. Respirar profundo cuando el seguro queda varios metros bajo tus pies, y cuando, al alzar la vista, no ves el siguiente. Trabajar en equipo para superar el pequeño reto que os hayáis puesto, cuidándoos y apoyándoos como cordada.

Eso es lo que me enamoró de la escalada, y eso es lo que vinimos a hacer Luís, Javi y yo, en un paraíso llamado Riglos.

La mirada está puesta en el imponente Pisón, y en la brecha que parte el mallo para que, como hecho a conciencia, los mortales de la escalada podamos subirnos a lo más alto sin penar en exceso.

Rabadá, Díaz, Montaner y Cintero abrieron en 1957, con vivac en la pared incluido, esta evidente línea a la derecha del Puro. En cuatro largos de travesías y panzas se plantaron debajo de la gran chimenea que sube totalmente vertical hasta la cima del muro.

L3

Reequipada por completo, ha quedado una vía en la que tienes que hacer un trabajo mental previo, como en la mayoría de las clásicas de Riglos. Ni los seguros están cerca, ni la roca es excelente, ni se acerca a una vía de deportiva. Como escalador del grupo de los malos, asumo el compromiso que me supone pasar por allí, aceptando mis limitaciones, y las dudas que me pueden generar ciertas situaciones en pared. También hay días en los que no estoy preparado, mentalmente hablando, para determinadas actividades. La solución es sencilla: busco otra vía.

Algún día escalaré en Ordesa habiendo esperado el momento adecuado, y tendré la satisfacción de haberlo hecho cuando me sentía preparado, sin que hayan adaptado el muro a mis capacidades. Si ese día no llega nunca, estaré igualmente orgulloso. Hay paredes para todo el mundo, pero no todas están hechas para todo el mundo. Y, como siempre, el secreto está en respetar. Pero qué sabré yo si soy un escalador del montón.

Con permiso de Luis y Javi, y para no hacer tantos cambios de cuerda, escalo los tres primeros largos de primero.

Un sencillo L1 en travesía hacia la izquierda nos lleva, tras proteger la salida del nicho con un friend, a la panza del L2. Me cuesta ver el paso de ésta, aunque siendo sincero el problema es el mismo: sabes lo que hay que hacer pero las dudas de si puedes te comen. Callo las voces y alcanzo el inicio del siguiente largo.

L1

L3 nos exige escalar más concentrado, en busca de los pocos seguros que hay, superando los desplomes por donde la intuición nos lleve. Largo brutal, tras el cual cedo gustosamente el cabo caliente de la cuerda.

Luis abre L4, con el paso más difícil de la vía, que no es otro que una panza riglera que te quiere empujar hacia atrás; y continúa con L5, punto en el cuál ya vemos perfectamente el collado del Puro y sus últimos tres largos.

Comienza la chimenea y Javi nos guía en L6, L7 y L8 que empalma, y L9. Oposición de libro, bastante mantenida en general, donde tienes que ir jugando con acercarte y alejarte de la pared. Como siempre en este estilo de escalada, será más fácil cuanto mejor te coloques. V si lo haces bien, 6a si lo haces regular. Qué bonita es la teoría.

L5

Finiquito la faena con L10, alcanzando la cornisa edílica, y L11 hasta la cima del Pisón, momento en el que somos conscientes del viento huracanado que nos espera para los rápeles de bajada.

Las situaciones difíciles se afrontan con calma y confianza. Y si le añades un poco de humor, nada puede salir mal.

Gracias a Jesús y compañía por la ayuda en el primer rapel, pues la película queda más bonita si hay muchos protagonistas.

En el bar, cerveza, papas bravas y una buena dosis de risas. Yo sé que soy insistente, pero con experiencias como éstas sientes haber vivido dos vidas en una. Y eso a mí me llena la existencia.

Gracias equipo, y preparaos para lo que se viene.

Nos leemos en la próxima. Hasta entonces, ya sabéis: cordadas, y pura vida.

David.

Cima del mallo Pisón
L11

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